Don Felix Reyna

Don Félix Reina: Se fue

Esta historia tiene una historia, la cual al leerla se explica por si sola. Pero resulta que mi papá (QEPD) también acostumbraba visitar aDon Félix Reyna, y años después también seguía visitando a su viuda.

Este escrito, copia ampliada del artículo original del periódico que lo publicó, lo tenía la viuda colgado en un cuadro en su modesta casa, y hace un par de meses estando en nuestra cabaña Rincón del Lobo con unos amigos el cuadro apareció ahí roto.

Resulta que mi amigo Roberto, que formaba parte de un grupo de amigos, yerno del Arquitecto Padilla quien escribiera este artículo, visitó a un pariente de Don Félix y se trajo el cuadro para repararlo. 

Hice una rápida búsqueda en Internet y no encontré el artículo, así que mi hija Eugenia me hizo el favor de escribir el contenido de la imagen, esperando que una vez viviendo en esta página, pueda estar al alcance de mucha más gente a través de las bondades del Internet.

Don Félix Reina: Se fue

Por Eduardo Padilla Martínez Negrete

Don Félix Reina falleció, hoy me dijeron. A todos nos duele la noticia, todos salimos perdiendo, los que lo conocimos y los que ya nunca lo vamos a conocer. Nació y vivió en el corazón de la Sierra Madre del Noreste, rodeado de sus cumbres, valles y cañones: a tres Serranías de Santiago, a dos de Potrero Redondo y las Adjuntas, a otra de Laborsitas, a dos de San Isidro, a cuatro de Laguna de Sánchez y a cinco de Casillas, del Potrero, de San Juan y San José de las Boquillas. En todas fue querido.

Lo conocí por allá en 1970 cuando asumió el cargo de Gobernador Luis Farias y me invitó a colaborar con él en Desarrollo Urbano del Estado, y me invitó a un viaje rápido en helicóptero para recorrer el trazo de la carretera en construcción de Laguna de Sánchez a Santiago, pues era una obra que había quedado inconclusa por gobierno anterior de Eduardo Elizondo y que el nuevo Gobernador sustituto Farías había decidido continuar.

 De regreso de la Laguna descendimos del helicóptero en las orillas del poblado de Ciénega de González y entre las personas que fueron a recibir al Gobernador Farías estuvo don Félix, ahí lo conocí como el Juez Auxiliar del lugar. De ahí caminamos al cruzamiento de la calle Eduardo Elizondo con el camino a Santiago, donde estaban reunidos los principales de la población donde Luis Farías escuchó sus necesidades y proyectos. En esa calle vivió toda su vida y fue bautizada por él.

 A partir de entonces lo visité muchas veces, tantas que puedo considerar que lo vi de forma ininterrumpida durante 25 años. Primero con el motivo del proyecto del Manzano, para el cual Roberto Sada Treviño había adquirido la propiedad en 1971 para disfrute de los trabajadores de Vitro, luego porque el destino me puso a trabajar en 1978 en esa empresa en el área de Comunicación y Espacios siendo parte de mis tareas el desarrollo del Manzano. A partir de entonces quedó como rito el que cada vez que yo pasaba para dentro de la Sierra parara invariablemente en Ciénega para saludarlo, platicar con él, recibir sus opiniones, reír y convivir con su familia y continuar el camino.

 La última de sus herencias que me dio fue que un día me dijo: “Sabe, entre más viejo me hago, veo mejor” y yo traté de apoyar la idea diciéndole que, efectivamente, me había dicho que con la edad a veces la vista mejoraba… me interrumpió con un “no sé de qué me está hablando usted, yo le digo que le deseo que cumpla muchos años, los que tengo, para ver mejor la vida… porque ahora la entiendo mucho más”.

 Cuando joven fue pelirrojo como su descendencia y ya de grande se le despobló el cráneo, los ojos azules añil, siempre cubierto de sombrero de paja debajo del cual siempre se asomó la nariz más aguileña que he contemplado. Pecoso de tez blanca, podría ser un perfecto descendiente de un sefardita que tuvo el tino de escoger la sierra para vivir. Siempre de buen humor, evadiendo la solemnidad y nunca tomándose en serio. En otra ocasión me contó que antes de la carretera él se iba, con su burrito cargado de manzana y durazno, haciendo un día completo hasta Monterrey. En este tema, Enrique Canales me completó la información de que esta gente hacía “trenes” con sus animales cargando en fila india uno tras otro para protegerse del oso (y yo digo también del “ocioso”). Pues bien, don Félix continuaba su relato diciendo que “...en Monterrey hacía cinco pesos, y con ello compraba ropa para la familia, víveres, cositas de regalo y todavía regresaba con eso y con dinero de sobra”.

 En otra ocasión me relataba que “un día se pusieron a discutir Santiago y Catarina para ver a quién le tocaba la Ciénega y que acabó teniendo la razón Santiago, nosotros somos de Santiago”.

 Don Félix conoció muy bien la valiosa obra del maestro albañil Simón Carrasco ejecutada en el primer cuarto de siglo. Él me presentó la colección de esas casas una a una empezando por la propia que le construyó en Ciénega, las de Laborsitas, las que hizo en San Isidro hasta las de Laguna.

 Gracias a él tuve el honor de entrar a muchas de ellas y por sus señas fui a dar brincando sierras hasta Casillas buscando la viuda y la familia de Carrasco y su familia… la travesía resultó infructuosa, todos se habían ido de viaje a Reynosa y no pude hablar con ninguno. Lo último que me informó don Félix fue que los podía encontrar en el Mercado Estrella, lo haré.

 Por ahí va a andar don Félix con toda su sabiduría, por esos cañones, por esos valles, y más por esas cumbres, no va a morir porque las generaciones no lo olvidarán.

 Ha fallecido don Félix Reina, pilar de la identidad de nuestra Cultura Norestense, el 26 de marzo de 1995, en su tierra de toda la vida, Ciénega de González, Santiago, Nuevo León, México.
Este es el cuadro original con la copia del artículo publicado en el año que murió Don Felix Reyna
Mi esposa Claudia, y mi papá, visitando a la viuda de Don Felyx Reyna
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